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En Colombia, las actividades agrícolas se enfrentan a unas complejas condiciones de entorno que las ponen en desventaja frente a los productores de otros países. Los insumos y fertilizantes son hasta un 30% más costosos que en otras naciones de Latinoamérica y la deficiencia logística se lleva hasta $ 16 de cada $ 100 que ingresan por ventas, según estudios del Consejo Privado de Competitividad. Para mitigar estos factores externos de la producción agrícola, se pueden buscar alternativas que estén en manos de los mismos empresarios. Una de esas opciones es el desarrollo de proyectos de eficiencia energética en los diferentes puntos del proceso productivo, para que la producción agrícola sea sostenible y rentable.

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¿Qué es la eficiencia energética?

Para Daniel Uribe, director de proyectos térmicos de Azimut, una empresa que hace parte de la Red de Eficiencia Energética de Medellín, la eficiencia energética es una herramienta que identifica qué sistemas, procesos o máquinas en específico presentan un potencial de mejora o ahorro, que se pueden lograr por ajustes operativos o sustitución tecnológica.

“El enfoque de la eficiencia energética busca disminuir los costos operativos sin afectar los niveles productivos”, explica Uribe, quien agrega que, inclusive, mediante proyectos de eficiencia es posible incrementar la producción sin ocasionar incrementos en los consumos, lo cual genera un gran impacto en la industria.

Según la Agencia de Sostenibilidad Energética, los cambios tecnológicos pueden inducir una reducción del consumo de energía a través de mayores rendimientos de los equipos y maquinarias utilizadas para la producción agrícola. Sin embargo, la implementación de tecnologías no sólo logra la eficiencia energética, sino que está más orientada a una gestión adecuada del recurso energético.

Por eso, aclara la Agencia, no se debe confundir con un ahorro de energía, que está más encaminado a reducir o dejar de realizar actividades empresariales. Por ejemplo, en vez de apagar las lámparas para generar el calor que requieren algunos cultivos, se puede usar otro tipo de bombillas que consumen menos electricidad. Así mismo, disminuir su utilización en periodos de temperaturas más elevadas.

Panorama de la eficiencia energética en el agro

En Latinoamérica se han implementado exitosas estrategias de eficiencia energética en la agricultura, que pueden ser replicadas en Colombia, donde aún se están dando los primeros pasos en este tipo de procesos.

Beneficios eficiencia agro

El Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (Iica) recopila información de Brasil, donde se han implementado proyectos para optimizar las labores agrícolas que requieren mayor intensidad en el uso de la energía en los ciclos largos de los cultivos. Uno de ellos es la labranza y, particularmente, el arado.

Los productores brasileños desarrollan ahora actividades de agricultura conservacionista, que con el uso de otro tipo de fertilizantes y minimización del arado, han logrado reducciones entre 45% y 55% en el uso de energía en comparación con el consumo que genera la labranza tradicional. Estos beneficios se han evidenciado en los cultivos de maíz, soya, fríjol y trigo.

De acuerdo con el Iica, la implementación de prácticas de eficiencia energética en la producción agropecuaria reduce tanto el consumo de energía como las presiones en el uso del suelo, las emisiones de gases de efecto invernadero asociados a los agroinsumos y la dependencia de combustibles fósiles.

La apuesta por la eficiencia energética en el agro latinoamericano ha tenido implicaciones tanto en la disminución del uso de la energía como en su aporte al Producto Interno Bruto (PIB) de los países.

De acuerdo con el estudio Base de Indicadores de Eficiencia Energética para América Latina y el Caribe, con las prácticas sostenibles en agricultura México logró bajar sus niveles de consumo de energía y estabilizarlos entre 2% y 3% de la oferta energética nacional, mientras que en Brasil, Uruguay y Argentina el sector agrícola estabilizó sus consumos entre 5% y 7% sobre la disponibilidad total.

Así mismo, estas prácticas aplicadas a la producción de alimentos ya suman puntos al PIB agrícola en la región. En países como Chile, México, Brasil y Argentina aporta hasta un 5% mientras que en Uruguay alcanza el 8%, en Bolivia el 13% y en Paraguay hasta el 22%.

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Actividades agropecuarias que más consumen energía

El sector agrícola requiere varias fuentes de energía para el desarrollo de cada una de sus actividades. El agua es principal recurso natural que consume la agricultura para sus procesos productivos. Según un estudio de la Organización para las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), este sector en Colombia demanda hasta el 50% del recurso hídrico sobre todo para sus labores de riego.

En el agro colombiano, el café es el subsector que más consume agua con un 22% del total, seguido por el maíz (13%), el arroz (12%) y el plátano, los bananos y la caña de azúcar con un 11% cada uno.

La energía eléctrica también es uno de los insumos que más requiere la producción agrícola en el país. Según estudios del Banco Mundial, la agricultura demanda el 30% de la electricidad generada en el mundo. Sin embargo, el agro colombiano no demanda más de un 4% del Sistema Interconectado Nacional, porque no ha incorporado tanta tecnología, maquinaria y equipos para los quehaceres del campo nacional como lo hacen hoy otros países más industrializados.

El director de proyectos térmicos de Azimut, Daniel Uribe, señala que los procesos de producción de vapor o generación de calor tienen un alto consumo de combustibles fósiles, tales como carbón, gas natural o diésel. De igual manera, “la producción de frío mediante el uso de chillers (enfriadores del aire o el agua) o equipos de expansión directa presentan gran consumo de energía eléctrica, así como los sistemas de fuerza motriz en los procesos que requieren de molienda; también presentan un gran consumo de energía", asevera el experto.

Alternativas para lograr la eficiencia energética

En el sector agropecuario hay varias alternativas que se pueden desarrollar para que la producción alcance niveles de eficiencia energética.

Estas van orientadas a modificaciones en los procesos de molienda de los alimentos, el procesamiento de los cultivos y las materias primas, los sistemas constructivos de las estructuras agrícolas, el bombeo de agua, la carga de batería, la refrigeración y la incubación.

Precisamente, el Grupo Bancolombia ha destinado una línea crediticia para apoyar a los empresarios del agro que estén dispuestos a realizar inversiones en activos o proyectos que busquen la reducción de sus consumos de energía, tanto de gas, electricidad, diésel o cualquier otro tipo de combustible.

Según María del Mar Vélez, analista de la Dirección de Sostenibilidad del Grupo Bancolombia, la energía solar se ha convertido en una de las alternativas más fuertes para reemplazar a los combustibles fósiles o a la electricidad tradicional en procesos como el bombeo, sobre todo en las zonas más apartadas del país.

Otros proyectos son la implementación de bombas de alta eficiencia en actividades de riego y también el desarrollo de sistemas de control y monitoreo de los cultivos para disminuir los consumos de energía.

En un cultivos de flores, por ejemplo, “se pueden implementar mejoras en la caldera de manera que permita mejorar las camas de cultivos con más eficiencia y disminuyendo las pérdidas en las redes de los cultivos cuando van a utilizar el vapor”, explica Vélez.

El paso a la eficiencia energética también se da, de acuerdo con la experta de Bancolombia, con los cambios en la iluminación hacia bombillas LED, con el uso de motores más eficientes o la sustitución de equipos de menor consumo o más sostenibles.

En eso coincide el directivo de Azimut, quien agrega que se pueden hacer ajustes en las cargas de los equipos generadores de frío, así como la recuperación de calores residuales en los procesos térmicos, es decir, un mayor uso del vapor o del calor.

Un ejemplo muy claro de esto es lo que está haciendo la empresa Arroz Federal con apoyo del Grupo Bancolombia. Este es un proyecto piloto en el país, con el cual la compañía arrocera ha innovado utilizando la cascarilla de arroz como biomasa para convertirla en gas, que luego es aprovechado para generar energía en sus procesos productivos.

Cómo desarrollar un proyecto de eficiencia energética

Pasos agro eficiencia energética

Para implementar un proyecto de eficiencia energética, se debe partir de la identificación de la matriz de energía que se requiere para cada proceso en la producción agrícola.

Allí se priorizan las actividades de mayor impacto en el consumo y se determina cómo se pueden hacer las mejoras operativas o sustituciones tecnológicas, asegura Uribe. También es necesario identificar las áreas disponibles de la empresa para implementar iniciativas de generación de energía fotovoltaica mediante paneles solares o calentamiento de agua con colectores.

Es fundamental que los empresarios conozcan la Ley 1715 de 2014, que reglamenta y regula la eficiencia energética y el uso de las energías renovables. Esta contempla, entre otros aspectos, un Fondo de Energías No Convencionales y Gestión Eficiente de la Energía (Fenoge) que recibe fondos de la Nación, de entidades públicas y privadas para promover y financiar proyectos para el uso sostenible de la energía.

La analista de la Dirección de Sostenibilidad del Grupo Bancolombia, María del Mar Vélez, indica que esa ley trae cuatro importantes ventajas tributarias. “Cero arancel para la importación de activos para el proyecto, un incentivo para depreciación acelerada de los activos, beneficios en exclusión de IVA y se puede descontar hasta el 50% del valor de la inversión en el Impuesto de Renta a pagar en el año gravable siguiente después de haber hecho la inversión”, explica Vélez.

Estos proyectos se deben presentar ante la Unidad de Planeación Minero Energética (Upme) y a la Autoridad Nacional de Licencias Ambientales (Anla), que revisarán las iniciativas para determinar si dan su visto bueno para que se pueda certificar y otorgar los beneficios tributarios.

La analista sostiene que cuando esos proyectos se hacen a través de la financiación de Leasing Bancolombia, la misma compañía financiera acompaña al empresario en el proceso de presentación ante los dos entes. El trámite puede tomar en promedio de cuatro a seis meses.

A pesar de esa espera, los proyectos se viabilizan porque si obtienen los beneficios del IVA y la Renta, se logra un cierre financiero más pronto, explicó Vélez.

Un aliado para lograr la eficiencia

Las pymes interesadas en implementar proyectos de eficiencia energética en el agro tienen en el Grupo Bancolombia un aliado para la financiación.

La entidad destinó la línea crediticia Agroverde, que tiene tasas preferenciales para los clientes. Así mismo, ofrece el servicio de la cartera sustitutiva para los que tienen préstamos con Finagro, que se denomina Agrofácil.

María del Mar Vélez, analista de la Dirección de Sostenibilidad de Bancolombia, explica que estos mecanismos de financiación están destinados a proyectos en cinco frentes: eficiencia energética, energía renovable, producción más limpia, construcción sostenible y movilidad sostenible.

“Esta línea tiene una tasa preferencial para los clientes, con intereses más bajitos que los que normalmente cobraríamos por una cartera comercial”, concluye la analista.


El desarrollo de proyectos de eficiencia energética se ha convertido en una alternativa para las pymes que buscan disminuir sus costos operativos sin afectar los niveles productivos, uno de los primeros pasos es conocer la Ley 1715 de 2014, que reglamenta y regula la eficiencia energética y el uso de las energías renovables.

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