“Nosotros somos los que le estamos dando vida a los objetos en Colombia”, afirma Alejandro Barragán, director comercial de Phaxsi Solutions SAS, empresa que trajo la primera red de comunicaciones de internet de las cosas a Colombia.
En entrevista con Entorno Pyme, el vocero habló acerca de esta tecnología, de las ventajas que trae a la industria y de cómo puede ser aprovechada por empresarios agrícolas y agroindustriales.
El internet de las cosas o IoT, como también se conoce por su sigla en inglés, es la capacidad de interconectar digitalmente objetos con el propósito de recoger información y transmitirla a través de internet. Quien recibe esa data tiene entonces la oportunidad de monitorear en tiempo real y tomar decisiones cuando se requiera.
El concepto es relativamente nuevo en el país y hasta ahora la gente no había tenido la oportunidad de conocer el verdadero internet de las cosas, es decir, de tener la posibilidad de ver cualquier cosa conectada a internet. En los últimos dos años, se ha logrado mostrar la capacidad tan grande que tiene este tema para empezar a conectar objetos, optimizar procesos e impactar de manera positiva distintos sectores de la industria.
En este momento podemos decir que el internet de las cosas ya no es un concepto del futuro sino una realidad. Hemos visto que el mercado está mucho más preparado para adoptar este tipo de tecnología.
El internet de las cosas facilita dos oportunidades de negocio en cualquier industria: una es la optimización de procesos y la otra es la creación de valor. En agro hay una oportunidad muy grande de optimizar los procesos de siembra o de fertilización, pero también hay opciones interesantes para generar nuevos negocios, en áreas como la trazabilidad.
Por ejemplo, con internet de las cosas podemos brindarles tanto al productor como al consumidor final toda la información sobre el origen y trazabilidad de la leche o la carne que consume. Podemos conectar una vaca y saber su temperatura, cuál es su estado de salud, si tiene las vacunas completas o en qué finca pasta. De esta manera, el ganadero puede tener a la mano toda la información sobre el bienestar de su ganado, en tanto que el consumidor tiene la tranquilidad de conocer la procedencia de los alimentos que consume.
Lo mismo pasa con los cultivos, a través de sensores conectados al suelo podemos conocer su PH o la cantidad de nutrientes que requiere. Adicionalmente, lo que hacemos es empezar a conectar el medio ambiente, no solo para proteger cultivos o para mejorar procesos de agroindustria, sino también para prevenir posibles desastres ambientales de manera temprana y evitar daños en la población de la zona.
El internet de las cosas puede estar al alcance de pequeños, medianos y grandes productores, porque estamos hablando de conectar cosas sencillas, no de soluciones que requieren grandes sistemas de procesamiento o dispositivos inteligentes.
Cada sensor de temperatura o de humedad no vale más de $50.000, entonces es posible que un pequeño productor con una inversión inferior a $1 millón pueda montar una solución de este tipo y empezar a ver el retorno de la inversión a los seis meses.
La idea es que las inversiones que se hagan no sean tan altas y que todos puedan beneficiarse de la información que se genera, pues este tipo de soluciones les permite a los agricultores acceder a datos clave de su negocio, como por ejemplo conocer tendencias o saber cómo se va a comportar el cultivo el año que viene.
Ya estamos en la Sabana de Bogotá, donde empezamos a mostrar los beneficios de esta tecnología a los floricultores. También estamos trabajando en el sur de Huila, en Pitalito y Acevedo, con los cultivos de café; en Yopal estamos montando soluciones para el seguimiento de ganado.
En Córdoba estamos haciendo dos cosas: trabajamos con ganado y con el cultivo de maíz; en el Valle del Cauca estamos presentes en el sector azucarero. Ahora queremos llegar a otras regiones del país, donde hay cultivo de cacao, de fruta, de café, porque creemos que hay posibilidades grandes de empezar apoyar estos sectores.
El primer paso es ver las necesidades que tiene el empresario y los retos que enfrenta día a día para trabajar en conjunto con el ecosistema en el que estamos inmersos e identificar solución que mejor se adecúa a ellos. Al final, el que mejor conoce el negocio es quien está en él, que en este caso es el agricultor o el ganadero. Son ellos los que terminan armando la solución, nosotros estamos ahí para apoyarlos y decirles qué necesitan conectar y cómo hacerlo, de acuerdo con lo que buscan.
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