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La economía del aburrimiento

The New York Times Company04-03-2021

Tiempo de lectura: 10 minutos

Por Sydney Ember

Las compras por internet durante la pandemia 2020

 Mark Hawkins es un experto en estar aburrido.

Cuando se estaba preparando para obtener su título de terapeuta, le fascinaban los artículos acerca de los beneficios terapéuticos del aburrimiento. Ha escrito un libro cuyo título es “The Power of Boredom” (El poder del aburrimiento). Cuando tiene tiempo libre, le gusta sentarse en su sillón y quedarse viendo a través de la ventana.

“Es muy difícil, pero intento aburrirme lo más que puedo”, señaló en una entrevista reciente.

No obstante, durante la pandemia, incluso Hawkins, de 42 años, quien vive con su esposa en Columbia Británica, a veces se ha aburrido de estar aburrido.

Deseoso de sentirse un poco incentivado, ha recurrido a Amazon, donde compra “libros, principalmente” como, por ejemplo, la traducción de Ursula K. Le Guin del Tao Te Ching o “El libro tibetano de la vida y de la muerte” de Sogyal Rinpoche.

“Me traen las cosas tan solo unas horas después de haberlas pedido”, comentó Hawkins. “En términos de cómo afecta esto a la economía, estamos queriendo comprar más y más y más porque muchos de nosotros estamos aburridos en casa y entonces compramos por internet”.

Existen muchas maneras fáciles de evaluar cómo la pandemia del coronavirus ha afectado la economía. Esta pandemia ha diezmado el mercado laboral e hizo que la tasa de desempleo llegara hasta el 6,3 por ciento en enero, casi el doble de lo que era un año antes. Las restricciones a las actividades hicieron que los estadounidenses gastaran menos, por lo que la tasa de ahorro ha alcanzado máximos extraordinarios. Como la gente se ha escapado a lugares más espaciosos y con menos personas, han aumentado los precios de vivienda.  

Otra manera en que la pandemia ha tenido un impacto en la economía es provocando que la gente se aburra.

Al restringir los compromisos sociales, las actividades recreativas y los viajes, la pandemia ha obligado a muchas personas a vivir una vida más tranquila, sin las distracciones que solían tener para la monotonía de la vida cotidiana. El resultado es una sensación colectiva de hastío que está determinando qué hacemos y compramos, e incluso cuán productivos somos.  

“Debido a que pasamos tanto tiempo en casa, gastamos más en la casa”, señaló Marshal Cohen, analista principal de ventas al menudeo en NPD Group, una empresa de investigación de mercado. “Y las cosas en las que gastamos tienen la finalidad de mantenernos ocupados”.

Los expertos aseguran que el impacto que tiene el aburrimiento en la economía no se está investigando lo suficiente, y que eso quizá se deba a que no ha habido ninguna situación como esta en la era moderna, pero muchas personas concuerdan en que es un factor importante. La manera en que las personas gastan su dinero es un reflejo de su estado de ánimo, la respuesta a: “¿Cómo estás?” traducida en paquetes de Amazon y facturas de Target.

El índice de confianza del consumidor es un indicador económico que evalúa, en parte, el optimismo que se tiene sobre el futuro. Un índice de aburrimiento podría ser un indicador asociado para predecir la volatilidad del mercado o las tendencias de reparaciones domésticas.  

Uno de los ejemplos recientes más claros de la influencia que tiene el aburrimiento en la economía se presentó el mes pasado cuando los inversionistas aficionados, muchos de ellos seguidores del foro Wall Street Bets en Reddit, se arremolinaron para comprar acciones de GameStop, un minorista de videojuegos arruinado. Estos inversionistas llevaron sus acciones a niveles máximos astronómicos antes de que se volvieran a desplomar.  

Parte de su motivación fue la idea de que podían confrontar a los fondos de cobertura, que habían apostado a que GameStop quebrara. Otra parte fue el aburrimiento.

“Estoy aburrido y tengo ocho mil sin usar, ¿en qué puedo invertir que me dé al menos un poco de ganancia?”, escribió en Wall Street Bets el usuario biged42069 de Reddit en el punto máximo del frenesí en el mercado de valores. La respuesta fue unánime: GameStop.

El jueves, el Comité de Servicios Financieros de la Cámara de Representantes celebró una audiencia controvertida sobre la historia de GameStop. La atención estuvo centrada en la volatilidad del mercado y el comercio de acciones, pero algunos testigos reconocieron que es posible que se hubieran encontrado en esa situación porque la gente disponía de mucho tiempo.

Jennifer Schulp, directora de estudios de regulación financiera en el Instituto Cato, testificó que en la lista de los muchos factores que pudieron haber atraído a los inversionistas aficionados a los mercados de valores, “habría estado, incluso, tener que pasar más tiempo en casa durante la pandemia”.   

Desde luego, millones de personas han estado más ocupadas que nunca en este tiempo de pandemia. Los enfermeros, los empleados de las tiendas de comestibles y otros trabajadores esenciales casi no han vivido el tedio del confinamiento. Las mujeres que han salido de la fuerza laboral para atender a sus hijos que no pueden asistir a la escuela a menudo están agobiadas y exhaustas, sus días son una secuencia de clases por Zoom, preparar la cena y llevar a acostar a los niños. De cierta forma, el aburrimiento es un lujo que experimentan quienes disponen de un tiempo vacío que no pueden llenar.

Además, es posible que ciertos grupos de personas vivan el aburrimiento más que otros. Por ejemplo, es más probable que se aburran las personas que viven solas, afirmó Daniel Hamermesh, un economista en Barnard College que ha estudiado la soledad durante los confinamientos derivados de la pandemia.  

“La verdadera carga caerá sobre las personas solteras que están solas”, señaló. “Yo pensaría que hay una relación bastante estrecha entre el aburrimiento y la soledad”.

Con frecuencia, el aburrimiento es una señal de la sensación de que algo no tiene sentido, comentó Erin Westgate, profesora adjunta de psicología en la Universidad de Florida que estudia el aburrimiento. Las emociones “actúan como estas señales automáticas rápidas que retroalimentan lo que estamos haciendo”, afirmó. En el caso del aburrimiento, “es una forma en que el cuerpo y la mente nos advierten que algo está mal”.

Sin embargo, la pandemia restringió lo que podemos hacer para que las cosas se sientan bien.

Según los datos del gobierno, casi una cuarta parte de las personas que estaban empleadas en enero trabajaban a distancia o desde casa por causa de la pandemia.

El tránsito peatonal en los lugares de diversión a los que acude la gente, como cines, restaurantes y museos, disminuyó más de un 50 por ciento en los primeros días de la pandemia y, según un análisis de SafeGraph, sigue siendo alrededor de un 25 por ciento más bajo que los niveles previos a la pandemia.

En el Informe Nacional del Impacto Emocional de la Pandemia en Estados Unidos, un estudio realizado en mayo, se descubrió que el 53 por ciento de los encuestados afirmaron estar más aburridos durante la pandemia que antes de la misma.  

Aburrirse puede implicar diferentes tipos de comportamientos, como buscar más lo novedoso y ser más sensible a la gratificación, señaló Westgate.

“Si vemos las ventajas y desventajas de una decisión, hace que las ventajas destaquen más”, señaló.
        

  • Al igual que todas las emociones, el aburrimiento no solo nos brinda información para actuar; también funciona como previsión. Gracias al aburrimiento, que por lo general se considera una sensación mala, tal vez estemos tomando ciertas decisiones durante la pandemia —por ejemplo, acerca de lo que compramos o hacemos— con la esperanza de eludirlo.  

Al inicio de la pandemia, el entusiasmo por hacer pan hizo que se agotaran las existencias de levadura en tiendas de todo el país. Las ventas de rompecabezas se han disparado. La jardinería se ha convertido en un pasatiempo. Las ventas de Scotts Miracle-Gro aumentaron más del 30 por ciento para el año fiscal que terminó en septiembre, y alcanzaron un nivel histórico de 4130 millones de dólares. El reciente interés por la jardinería como resultado del confinamiento impulsó a la empresa a lanzar su primer comercial en el Supertazón.
        

  • También puede ser que el aburrimiento esté orillando a la gente a tener comportamientos más autodestructivos, e incluso eso tiene implicaciones económicas. El estudio “Alcohol contra Aburrimiento” realizado en septiembre por la empresa American Addiction Centers publicó que una tercera parte de los encuestados dijeron que el aburrimiento durante la pandemia los había inducido a beber más. Las ventas de alcohol han aumentado.  

Es posible que no estar aburrido durante determinados periodos del día también haga que la gente sea menos productiva, señaló Bec Weeks, quien trabajó como asesora principal del Equipo de Economía Conductual del gobierno australiano y es cofundadora de una aplicación de ciencias del comportamiento llamada Pique.

Las investigaciones han demostrado que divagar, una actividad que puede surgir durante los periodos de aburrimiento, puede tener como consecuencia una mayor productividad. Pero durante la pandemia, millones de personas que ahora trabajan desde casa han perdido algunas de las mejores oportunidades para divagar, por ejemplo, en el traslado diario al trabajo.

“Incluso en los momentos en que solíamos aburrirnos, casi siempre sucedían muchas cosas de las que no nos dábamos cuenta”, señaló Weeks.

No obstante, el aburrimiento causado por la pandemia podría estar reorientando la economía.

Sandi Mann, una psicóloga que escribió un libro llamado “The Science of Boredom” (La ciencia del aburrimiento), aseguró que el aburrimiento podría hacer que las personas y las empresas se volvieran más creativas.  

“Es lo que causan la inactividad y el aburrimiento”, señaló. “Nos obligan a pensar de otro modo porque eso es lo que hacemos cuando tenemos tiempo para pensar”.
        

  • Uno de los impactos que la pandemia ha tenido en la economía se debe al hecho de que ha fomentado el aburrimiento. El resultado ha sido una sensación colectiva de hastío que está determinando qué hacemos y compramos, e incluso cuán productivos somos. (Matt Chase/The New York Times)

        
 

c.2020 Harvard Business School Publishing Corp. Distribuido por The New York Times Licensing Group

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