Una de las áreas que sin lugar a duda es la que más impacta la productividad y la competitividad de un país es el desempeño de su fuerza laboral, ya que este incide directamente en los resultados del aparato productivo y, por ende, en el bienestar de su población. Aunque desde el sector público y privado se viene trabajando en mejorar este indicador, Colombia aún se encuentra por debajo en comparación con la mayoría de los países de la región.
Según el Informe Nacional de Competitividad 2017 – 2018, entre dichos factores se encuentran las inflexibilidades asociadas a los costos laborales no salariales, las asimetrías de información relacionadas con el no uso o desconocimiento de mecanismos formales de contratación y la inexistencia de un sistema nacional de certificación de competencias laborales.
De hecho, en Colombia los impuestos y las contribuciones laborales a cargo de las empresas representan el 18,6% de sus utilidades, lo que supera con creces el promedio de lo que contribuye el sector privado en la región, ya que países como Chile y Perú, por ejemplo, tienen cifras del 4% y 11%, respectivamente, de acuerdo con el Foro Económico Mundial.
En cuanto a los niveles de informalidad, si bien se han reducido en los últimos años, aún se estiman entre el 58,1% y el 66,7%, según la medición que se tenga en cuenta.
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Contar con vehículos configurados adecuadamente, de acuerdo con el tipo de carga y uso que requieren las compañías, es fundamental para tener una operación más productiva y eficiente.
Colombia ha logrado dar algunos pasos para mejorar su productividad y competitividad. Para continuar avanzando, el principal desafío para los próximos gobiernos será pasar del diagnóstico a la acción, con el fin de recuperar la senda del crecimiento económico.