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Hablemos de ética

Tendencias12-06-2020

Por Sebastián Pérez Mora
Analista
Gerencia Asesoría Preventiva de Cumplimiento

Grupo Bancolombia


Con la colaboración de:
Lina Marcela Velásquez Bernal
Gerente
Gerencia Asesoría Preventiva de Cumplimiento
Grupo Bancolombia


Maristella Aldana Sanín
Vicepresidente
Vicepresidencia de Cumplimiento

Grupo Bancolombia

Hablemos de ética empresarial

Hablar de ética empresarial en tiempos de covid-19 es más importante que nunca. Los desafíos planteados por la actual pandemia son enormes e igual debe ser el empeño que, como Grupo Bancolombia, pongamos para superar juntos estos momentos difíciles. En esta ocasión el llamado es, pese a la complejidad de la situación, sencillo: sigamos hablando de ética, hablemos ahora más que nunca de ello y motivemos a nuestros clientes y aliados a hacerlo.


Contenido del artículo

- La ética en el contexto empresarial.
- Riesgos de faltas a la ética.
- Gestión de la ética al interior de las empresas.
- ¿Por qué hablar de ética en las organizaciones?
- A manera de conclusión.


La ética en el contexto empresarial

Para empezar, es importante definir qué es la ética. Si bien existen múltiples definiciones, se puede recurrir a una que resulta simple y completa: un conjunto de virtudes o principios que guían la acción o comportamiento libre de una persona o grupo de personas a hacer lo correcto, lo que está bien. Un comportamiento será ético en la medida en que sea guiado por virtudes y principios, alejándose de conductas socialmente reprochables.

¿Cómo se puede entender entonces la ética en el contexto empresarial? Lo primero es reflexionar sobre el propósito de cada organización. En un podcast para la Revista Semana (2019), el Dr. David Bojanini afirmaba que “cuando las empresas hablan hoy de sostenibilidad no es solo que a los accionistas se les genere valor, es que a los clientes [se les esté] generando valor”.

Decía también que “el éxito es bueno cuando es colectivo” y que “una empresa existe cuando le es útil a la humanidad”. Sus palabras cobran aún más valor en estos tiempos donde solo el esfuerzo conjunto puede dar frutos.

En efecto, el sector privado no puede concebirse a sí mismo como un actor ajeno e independiente a la sociedad y al Estado en el que opera. Tampoco puede desentenderse de su entorno y concentrarse únicamente en la generación de utilidades para sus accionistas. El sector privado es un actor de la sociedad y es corresponsable del desarrollo, bienestar y respeto de la comunidad en la que opera.

Actuar con ética es también actuar de cara a las extraordinarias necesidades que estos tiempos difíciles suponen para nuestra sociedad. Y es que los riesgos en los que pueden incurrir las empresas son varios: riesgo de ser indiferentes frente a lo excepcional de esta pandemia, riesgo de aprovecharse de ayudas que deberían ir solo a quienes más lo necesitan y riesgo de sacar provecho a partir de situaciones de inmensa dificultad para muchos, entre otros.

Todos debemos trabajar para que estos riesgos no se materialicen y desde el sector privado tenemos un papel absolutamente relevante. En estos momentos, más que nunca, debemos ir más allá de la mera generación de utilidades: debemos reforzar nuestro ya conocido compromiso con la sostenibilidad.

Como bien lo señala Elisabeth Andvig, del Foro Económico Mundial (2019), existe una diferencia entre la mera generación de lucro y el desarrollo de una ventaja realmente competitiva para las empresas:

la primera es una tarea de orden temporal, mientras que la segunda es una de largo aliento que involucra proteger la reputación de la organización y su perdurabilidad. La primera considera únicamente los intereses de los beneficiarios directos de la empresa, mientras que la segunda pasa por la protección de su entorno y la promoción del bien común.

Así, en un entorno cada vez más transparente y con mayores demandas de integridad, la manera en que se toman las decisiones de negocios importa, porque esta no se puede reducir únicamente al mero cumplimiento legal, sino que es una cuestión de sostenibilidad y propósito social (Andvig, 2019).

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La ética se convierte en un factor fundamental para guiar las decisiones que llevarán a una empresa a cumplir con el propósito superior que se plantee. Entonces ¿cómo se puede fomentar la ética al interior de una organización? Aquí vale la pena citar en extenso a la exdirectora del Fondo Monetario Internacional, y ahora presidenta del Banco Central Europeo, Christine Lagarde (2015):

[…] la regulación por sí sola no puede resolver el problema. Si algo está bien o mal no puede reducirse simplemente a si es permisible o no bajo la ley. Lo que se necesita es una cultura que lleve a los banqueros a hacer lo correcto incluso si nadie está mirando.

Fundamentalmente, necesitamos una mayor responsabilización individual. Un buen gobierno corporativo es forjado por la ética de sus individuos. Esto implica ir más allá de un comportamiento corporativo “basado en reglas” y pasar a un comportamiento “basado en principios”.

Necesitamos un mayor enfoque en promover la integridad individual. En la tradición aristotélica, las virtudes se forjan a través del hábito, desarrollando y cultivando el buen comportamiento a través del tiempo.

Por eso, la ética se debe cultivar en los colaboradores de la empresa y propagar, además, en todos sus grupos de interés: no solo como un principio general, sino como una guía del comportamiento de cada uno de los individuos atendiendo a sus responsabilidades y roles específicos.

No es tarea fácil. Requiere de tiempo, ya que es a lo largo del tiempo que se forjan los hábitos. Además, requiere de un entorno que le permita florecer, uno que en los tiempos actuales parecería volverse más hostil.

Riesgos de faltas a la ética

Desafortunadamente, no han sido pocos los ejemplos de casos de abusos o de corrupción durante la pandemia en la entrega de ayudas, en la compra de mercados, en el aumento indiscriminado de precios de productos de primera necesidad o en el suministro de equipos hospitalarios.

Tanto en el sector público como en el sector privado hemos visto que algunas personas buscan aprovecharse de la situación, incluso en detrimento de los más vulnerables. Llama aún más la atención que estos casos, todos repudiables, no solo encienden las alarmas sobre lo que actualmente sucede, sino sobre lo que podría suceder luego.

Los riesgos de abusos, de corrupción, o en general de faltas a la ética en un escenario “post-covid” no son menores. Muchos querrán “recuperar el tiempo perdido” sin importar qué medios deban emplear para hacerlo y allí surgen importantes desafíos en materia de ética. Vale la pena entonces revisar algunos ejemplos del pasado que, si bien no tienen que ver con la crisis actual, dan cuenta de vulnerabilidades y escenarios de riesgo que podrían surgir nuevamente a causa de la pandemia.

El sector financiero se ha visto afectado por algunos escándalos que comprometen a sus colaboradores y han resultado en fuertes impactos reputacionales, remoción de líderes, multas y sanciones.

Sobre uno de estos escándalos, que estalló en los Estados Unidos hace algunos años, se ha concluido que fue la imposición de metas de ventas poco realistas y sumamente agresivas, acompañadas de incentivos perversos, lo que pudo haber influenciado de manera negativa el comportamiento de múltiples colaboradores. Ese es, precisamente, el ambiente nocivo para el cultivo de la ética.

En 2017, la autora Lisa McLeod, columnista de la revista Forbes, mencionó sobre escándalos de esta naturaleza lo siguiente: “estoy segura de que ninguno de los altos cargos de estas organizaciones pretendía que su gente actuara de manera poco ética. Pero el énfasis excesivo en los ingresos creó una cultura donde esto era inevitable”.

A eso se agregaría que, posiblemente, los colaboradores que actuaron de manera indebida tampoco ingresaron a estas entidades pretendiendo defraudar, pero los incentivos les generaron codicia y el posible incumplimiento de las duras metas les generó miedo.

Gestión de la ética al interior de las empresas

Lo anterior no es más que la consecuencia de una concepción donde los negocios van por un camino y la ética por otro. Eso no está bien, la ética debe estar en el ADN de la empresa. No es un remedio o un paliativo que se aplica solo cuando los negocios han tenido problemas: debe estar en la esencia misma de cada negocio y no se puede hacer a un lado con la excusa de la pandemia.

Los que incurren directamente en prácticas poco éticas deben ser sancionados, pero también lo deben ser, si bien de manera diferenciada, quienes promueven ambientes que resultan siendo proclives para este actuar y que de manera indirecta debilitan la confianza en las organizaciones.

Es de notar que la promoción de tales ambientes no es únicamente consecuencia de acciones concretas: también las omisiones promueven culturas nocivas. Cuando los líderes se desentienden de los principios o virtudes, o piensan que sencillamente son responsabilidad de otros, también se llega a resultados perjudiciales.

Algunas formas de promover la ética en las empresas

 

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Vale entonces preguntarse ¿cómo abordar a los colaboradores que pretenden obrar bien de manera que se pueda minimizar el número de comportamientos indebidos? En otras palabras ¿cómo favorecer el florecimiento de las virtudes al interior de la empresa antes de que se materialicen conductas indebidas?

Existen múltiples métodos diseñados para este fin. Cada uno, a su manera, aporta elementos valiosos. Acá se expondrá una aproximación según la cual, quienes se dedican a la promoción de la ética en los negocios, tienen la responsabilidad de ingeniar narrativas e historias que logren tocar el carácter del colaborador, que apelan a su sensibilidad.

Parafraseando a Richard Rorty, en lugar de discutir definiciones que lleven a una regla universalmente válida, quienes se dedican a la ética de los negocios deberían pensarse a sí mismos como ingenieros sociales trabajando en proyectos específicos, siendo una herramienta fundamental para ello la creación de historias o narrativas (2006, p.377).

Eso sería un complemento vital de los códigos o manuales que ya son de amplio conocimiento y uso. Estas historias, que deberán ser diseñadas, recogidas o ajustadas para que respondan a necesidades específicas, podrán tratar, entre otros temas, de casos de empresarios éticos y virtuosos (como modelo a seguir), así como de directivos que faltaron a la ética y llevaron a sus compañías a la ruina.

¿Por qué hablar de ética en las organizaciones?

Hablar de ética es fundamental porque hay un cierto tabú sobre el tema con el que se debe acabar. Parece como si, en ocasiones, hablar mucho de ética en una empresa indicara que la organización tiene algún tipo de problema serio; “¿para qué hablar de ética si esta empresa ya es un ejemplo de integridad?”, podrán suponer algunos. O “¿para qué asistir a tantas charlas de ética si ya soy suficientemente ético?”. Subyace a estas posturas una concepción según la cual de estos temas a veces es mejor no hablar.

Ahora, si bien una cosa no tiene que ver con la otra (hablar de ética no implica admitir problemas en la organización), tampoco hace falta partir de la perfección, por demás una meta ilusoria, para hablar de temas álgidos, para discutir sobre cuestiones de importancia empresarial, pero también social y nacional.

Los debates hay que darlos y es importante hacer de ellos espacios incluyentes y abiertos a la crítica constructiva. Un entorno rápidamente cambiante exige discusiones constantes y con propuestas innovadoras para abordar los dilemas más frecuentes y generar una visión compartida y coherente.

La reputación es uno de los activos más importantes de una empresa y no puede protegerse solo a partir de un cultivo individual de la ética. Solo una organización coordinada, actuando como un agente que va más allá de la mera suma de sus partes, es capaz de generar y preservar la confianza  y resguardar su reputación.

Cuando uno de los actores del mercado sobresale por su compromiso con la ética y la sostenibilidad no solo está haciendo una contribución individual a la sociedad, también está subiendo los estándares de su entorno y poniendo retos loables a sus competidores.


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En 2015, el Gobernador del Banco de Inglaterra Mark Carney pronunció un discurso titulado “Construyendo mercados reales para el beneficio de la gente”. Allí, luego de hacer varias reflexiones y autocríticas sobre la necesidad de tener mercados fuertes y donde exista la responsabilización individual, afirma: “los mercados sin estándares correctos o sin infraestructura son como ciudades sin normas de construcción, sin bomberos o aseguradoras” (p.4).

Se refiere justamente a estándares que prevengan o dificulten la aparición de conductas como aquellas que permitieron la gran crisis financiera. Introduce además un elemento importante que en este punto vale la pena resaltar: las empresas actúan en un mercado que marca unos protocolos de interacción entre diversos competidores y deben ser conscientes del impacto (positivo o negativo) que sus acciones pueden tener en él.

A manera de conclusión

Las conclusiones que deja este recorrido son múltiples y la invitación es clara: hablar de ética es necesario. Cuestionar, preguntar, e innovar en la aplicación y fomento de la ética es un objetivo digno de replicar. La pandemia, lejos de permitir excesos o abusos, nos debe hacer conscientes de la importancia de la ética durante y después de la contingencia: los principios no se negocian ni se pueden sacrificar en aras de la eficiencia o de la recuperación económica.

Los relatos que tocan el carácter de las personas son una estrategia útil y que se puede complementar con buenos programas. Queda sobre la mesa la importancia de persistir, de perseverar y avanzar hacia un cultivo de la ética que no es fácil ni inmediato, pero que, una vez instalado en las raíces de una empresa, la hará más competitiva, más productiva y útil a su entorno: en otras palabras, le dará más sentido.

La responsabilidad es grande y el reto no es menor. Quedan, probablemente, más preguntas que respuestas, y allí está el punto: habrá que seguir hablando del asunto.

El presente artículo es una versión modificada y adaptada del discurso elaborado por los autores y presentado por la Vicepresidente de Cumplimiento del Grupo Bancolombia, Maristella Aldana Sanín, el 14 de febrero en la ciudad de San Salvador, en el marco del lanzamiento de la alianza entre el Grupo Bancolombia, la Universidad Centroamericana y otros actores empresariales de la región.

Bibliografía


Andvig, E. (24 de mayo de 2019). Corporations must help shape a better world – or risk being left behind. World Economic Forum. Recuperado de: https://www.weforum.org/agenda/2019/05/corporations-businesses-better-world-human-rights-corruption-environmental-social-responsibilities/

Bojanini, D. (21 de septiembre de 2019). Cómo tomar mejores decisiones optimizando su intuición [Audio en podcast]. Recuperado de: https://www.semana.com/podcast/maximo-desempeno/articulo/entrevista-a-david-bojanini-presidente-de-sura/632849

Carney, M. (10 de junio de 2015). Building real markets for the good of the people [Speech at the Lord Mayor’s Banquet for Bankers and Merchants of the City of London at the Mansion House, London]. Banco de Inglaterra. Recuperado de: https://www.bankofengland.co.uk/-/media/boe/files/speech/2015/building-real-markets-for-the-good-of-the-people.pdf?la=en&hash=EC9C4AAD58B8C8B9B5149AF0605A7DFF3738A488

Lagarde, C. (6 de mayo de 2015). Ethics and Finance—Aligning Financial Incentives with Societal Objectives. Fondo Monetario Internacional. Recuperado de: https://www.imf.org/en/News/Articles/2015/09/28/04/53/sp050615

McLeod, L. (16 de junio de 2017). The Not-So-Hidden Cause Behind The Big Bank Scandals. Forbes. Recuperado de: https://www.forbes.com/sites/lisaearlemcleod/2017/06/16/the-not-so-hidden-cause-behind-the-big-bank-scandals/#60822de65205

Rorty, R. (2006). “Is Philosophy Relevant to Applied Ethics? Invited Address to the Society of Business Ethics Annual Meeting, August 2005”. En: Business Ethics Quarterly. Vol. 16, No. 3, pp. 369-380.

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