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Shell invierte más en energías limpias, pero los defensores del medioambiente le piden que lo haga más rápido

The New York Times Company16-07-2021

Tiempo de lectura: 9 minutos

Por Stanley Reed

Shell invierte más en energías limpias

MINETY, Inglaterra — En un claro a la orilla de una granja, hay 40 cajas rectangulares del tamaño de contenedores de transporte detrás de una valla alta. Dentro de ellas están empacadas pilas de baterías de ion de litio y otros materiales eléctricos.

Según los operadores, estas unidades interconectadas conformarán la batería más grande de Europa capaz de mandar potentes ráfagas de electricidad para compensar las fluctuaciones de la red eléctrica cuando los vientos menguantes o los cielos nublados ralenticen la generación de electricidad renovable. A medida que haya más energía eólica o solar, mayor será la necesidad de que existan baterías gigantes.

Una de las empresas detrás de este proyecto con un costo de 40 millones de libras (aproximadamente 56 millones de dólares) es Royal Dutch Shell. Al igual que otros gigantes petroleros, Shell enfrenta la presión de alejarse de los combustibles fósiles que dañan el medioambiente, por lo que se está reestructurando para convertirse en una empresa de más energías renovables y anda en busca de inversiones mientras se desplaza hacia un nuevo futuro.  

La incursión de Shell en la zona rural inglesa de Minety, a unos 150 kilómetros al oeste de Londres, nos da una idea de ese futuro. Pero para una empresa más acostumbrada a las plataformas petroleras marítimas y a producir gas natural, la batería gigante es parte de lo que algunos críticos ven como un cambio de rumbo escabroso que, según ellos, debe acelerarse para que tenga un verdadero impacto sobre los factores que están provocando el cambio climático.

Una empresa llamada Limejump, subsidiaria de Shell, es la que está operando este artefacto —maneja muchas baterías de ese tipo— y va a compartir con dos inversionistas chinos las ganancias por la venta de la energía almacenada en él.  

Limejump es el tipo de empresa que en estos días está captando la atención de los ejecutivos de Shell. Con 80 ingenieros de software, operadores y meteorólogos, la empresa compra electricidad a 675 granjas eólicas, instalaciones solares y otros generadores de energías renovables dispersos en todo el Reino Unido y la vende a las compañías que desean tener una energía limpia.   

Esta empresa, que Shell adquirió hace dos años, representa una de las docenas de inversiones que Shell ha realizado en el área de energías limpias. Otra es Sonnen, un proveedor alemán de baterías que fabrica su propia red de energía para hacer frente a grandes empresas de servicios. Shell también está desarrollando una compañía global dedicada a la carga de vehículos eléctricos y alimentando las estaciones de abastecimiento de hidrógeno en California.    

Desde 2017, Ben van Beurden, director general de Shell, ha estado hablando sobre la necesidad de reducir las emisiones de contaminantes. Sin embargo, en la opinión de algunas personas, la empresa está trabajando con mucha lentitud. De acuerdo con los cálculos de Bernstein, una compañía de investigación, las inversiones en energía limpia de Shell desde 2016 suman 3200 millones de dólares, mientras que su gasto en exploración y desarrollo de gas y petróleo asciende a cerca de 84.000 millones de dólares.  

“No se puede afirmar que están en una transición cuando solo se invierte” ese pequeño porcentaje del capital en una empresa nueva, señaló Mark van Baal, fundador de Follow This, un grupo neerlandés de inversionistas activistas.

Todas las grandes empresas petroleras, sobre todo en Europa, comparten un dilema similar. Sus dirigentes ven que, a la larga, desaparecerá la demanda de productos petroleros y que, debido a su participación en el cambio climático, su industria tiene una desaprobación cada vez mayor, principalmente en Europa. Se calcula que Shell es responsable del tres por ciento de las emisiones de contaminantes a nivel global, en especial los procedentes de la gasolina y de otros productos que consumen sus clientes.   

No obstante, Shell y otras empresas siguen obteniendo casi todas sus ganancias de los combustibles fósiles y, por lógica, se resisten a deshacerse de la mayor parte de sus inmensos activos petroquímicos, de gas y petróleo —según Bernstein, con un valor de cerca de 180.000 millones de dólares en el caso de Shell—, sobre todo cuando se pronostica que el petróleo se seguirá consumiendo durante muchos años, un aspecto que se recalca por el aumento de los precios del petróleo en este año.

En un artículo reciente en LinkedIn, van Beurden escribió que “no ayudaría en lo más mínimo al mundo” si ahora Shell dejara de vender gasolina y diésel. “La gente llenaría los tanques de sus autos y camiones de reparto en otras estaciones de servicio”, escribió.   

También parece que Shell está jugando un juego más prolongado y prudente que otros competidores, como BP, los cuales están inyectando dinero a proyectos de energías renovables. Parece que los directivos de Shell no confían en el potencial de las ganancias derivadas de solo construir y operar bienes para la generación de energías renovables, como los parques eólicos.

“Es una estrategia mucho más multifacética de lo que creo que la gente previó”, comentó Adam Matthews, director de ética y compromiso del Consejo de Pensiones de la Iglesia Anglicana, quien ha trabajado muy de cerca con Shell con el propósito de reducir sus emisiones de contaminantes.

Los directivos de Shell afirman que desean invertir en tecnologías y empresas que puedan convertirse en engranajes fundamentales del sistema de energías más limpias que está surgiendo. No solo quieren producir energía limpia, sino tener ganancias por abastecerla a empresas como Amazon y a clientes minoristas a través de grandes contratos hechos a la medida, o mediante puntos de carga para vehículos o empresas de servicios que posee Shell. Señalan que las cifras de inversiones aumentarán hasta 3000 millones de dólares al año de un total de aproximadamente 20.000 millones de dólares de gastos de capital anuales.   

“Estamos siendo previsores; ¿hacia dónde va el futuro?”, comentó Elisabeth Brinton, vicepresidenta ejecutiva de Shell para las soluciones energéticas y de energías renovables.
        

  • Es posible que aumente la presión para que Shell cambie. El 26 de mayo, un tribunal neerlandés sacudió a la empresa al ordenarle que acelerara sus planes de reducción de emisiones. Van Beurden respondió que sería más probable que Shell acelerara sus esfuerzos por reducir el carbono, pero también dijo que la empresa esperaba abastecer los productos de gas y petróleo “todavía durante mucho tiempo más”. Una de las razones es asegurarse de tener los recursos financieros para invertir en energía de bajos niveles de carbono.  

Sin embargo, parece que los ejecutivos de Shell no tienen reparo en hacer inversiones en áreas nuevas cuando ven que la propuesta es convincente. Este año, Shell compró Ubitricity, una empresa que instala puntos de carga para vehículos eléctricos en los postes de alumbrado y en otras estructuras de Londres y de otras ciudades.

Poppy Mills, quien colaboró en el acuerdo para Shell y que ahora es directora comercial de Ubitricity para el Reino Unido, mencionó que pese a que la economía de ese tipo de empresas era “complicada”, Shell había comprado la empresa como una manera de llegar al alto porcentaje de ciudadanos cuyos autos circulaban en las calles y que no tenían acceso a cargadores.  

“Nos faltaba tener una red en la calle”, comentó.  

Parece probable que ese enfoque impulse el desarrollo de energías limpias en Shell y en otras compañías petroleras.

“Estas empresas son pequeñas si se considera el panorama global”, afirmó Stuart Joyner de Redburn, una compañía de investigación. “Pero conforman la parte que está creciendo con bastante rapidez”.
        

  • Por el momento, las baterías constituyen la única manera práctica de añadir, sin complicaciones, más energía solar y eólica al sistema eléctrico, señala Catherine Newman, directora general de Limejump. (Andrew Testa/The New York Times)
  • Un punto de carga para automóviles instalado por Ubitricity en un poste de alumbrado de Londres, el 8 de junio de 2021. (Andrew Testa/The New York Times)

 

c.2020 Harvard Business School Publishing Corp. Distribuido por The New York Times Licensing Group

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